Cuando era niño, la mayoría de los adultos en mi vida eran emprendedores. Mis padres, abuelos, tíos e incluso los amigos cercanos de la familia eran emprendedores. Para mí, era algo normal; sencillamente era lo que las personas hacían al crecer. Aunque la mayoría de ellos tenía orígenes humildes y batalló por tener éxito, su compromiso hacia su negocio era sumamente admirable.
La idea de trabajar para alguien más me era ajena. Sin embargo, cuando me llegó el momento de pensar qué quería ser cuando fuera grande, no estaba del todo seguro. De hecho, ni siquiera pensé seguir sus pasos como emprendedores. En lugar, hice lo contrario: Me decidí a trabajar para alguien más.
Eventualmente me sentí insatisfecho y extremadamente ansioso, aunque era bastante exitoso en mis empleos. Tenía una sólida ética laboral e iba más allá de lo que la descripción que mi puesto señalaba. Pero, al mismo tiempo, sentía que no trabajaba por la causa correcta. En el fondo sabía que estaba hecho para lograr más con mi vida y mi carrera. Era un empleado, pero había un emprendedor atrapado dentro de mí que gritaba por salir.
Sé que no soy el único. La mayoría de los profesionales que consideran iniciar su propio negocio temen este cambio. Tener un negocio propio implica una gran cantidad de trabajo y de aceptación de que las aguas serán turbias en el camino. Debes tener la voluntad de esquivar las olas y seguir avanzando.
Si la estabilidad de tu sueldo quincenal es más valiosa para ti que ser el jefe o la idea de tomar una responsabilidad tan significativa es demasiado retadora, entonces mantenerte como empleado puede ser tu mejor opción. (Recuerda que puedes trabajar para alguien más y al mismo tiempo dirigir tu carrera en un estilo emprendedor). Pero si eres como yo, y estás ardiendo por el deseo de construir algo con tu nombre, entonces tienes que desatar tu emprendedor interno.
Si piensas que estás listo para dar este salto, hazte estas seis preguntas:
Si no lo crees, no renuncies a tu empleo e invierte más tiempo en cambiar tu mentalidad. Los dueños de negocios necesitan tener una creencia sólida en lo que hacen y creer que lo imposible puede ser real. Siempre habrá obstáculos en el camino; cuando una duda se te presente y ponga a prueba tu compromiso, debes creer para salir adelante. Si tiendes a ver el lado negativo de las cosas o te das por vencido fácilmente, entonces no estás listo para embarcarte en la aventura de crear tu propia empresa.
Si no lo crees, nadie más lo hará, incluyendo los clientes e inversionistas. Creer en lo que haces y en que eres capaz de ejecutarlo son los ingredientes clave para vender tu negocio. Si careces de estas creencias, busca en lo más profundo si la desconfianza es en el negocio o en ti. En cualquier caso, trabaja en fortalecer esa creencia.
Si tu razón para emprender es únicamente el ser tu jefe o porque piensas que ganarás mucho dinero, te estás dirigiendo al fracaso. Es imperativo que los emprendedores tengan un propósito que vaya más allá de sí mismos. Claramente tu negocio también debe servirte, pero ésa no es una buena razón para emprender.
No importa qué tan inteligente seas o cuánta voluntad tengas –en algún punto de tu carrera necesitarás la ayuda de los demás. Ya sea al reconocer que requieres contratar a un asistente o a un encargado de marketing, darte cuenta que necesitas ayuda y pedirla es vital para el éxito. Eres una sola persona y el día sólo tiene 24 horas. Delegar no es únicamente necesario, sino que te convierte en un líder sabio y exitoso.
Cuando me entrenaba para ser un coach, me preocupaba cómo promover mi negocio. Nunca me vi como un vendedor y siempre me sentí incómodo vendiendo. Mi maestro en ese entonces me dijo algo que cambió mi vida y mi habilidad para ser emprendedor. Me explicó que las ventas y el marketing no son más que compartir información sobre ti y tu negocio. Después dijo que si disfrutaba diciéndoles a las personas qué hacer, era un vendedor natural. Concluyó que compartir información de tu negocio es lo mismo que vender. Lo que añadiría es que: las ventas y el marketing también se tratan de identificar qué puedes hacer por mejorar la vida de los demás.
Algunas personas olvidan los retos que involucra ser emprendedor. Por un lado, significa ganar suficiente dinero para mantener al negocio, a ti y a tu familia. Y por otro, entender que el éxito o el fracaso depende de ti. Si sientes que no eres capaz de hacerlo y al mismo tiempo cuidar tu salud y mantener tu vida personal, quizás no es el momento para arrancar.
Una nota final: Todos necesitamos mentores que nos inspiren y guíen nuestro camino. Me siento muy afortunado por tener tantos ejemplos a seguir (desde mi infancia), pero reconozco que esto no es algo muy común. Pero no te asustes; la inspiración puede venir tanto de personas que conocemos como de las que no. Considera buscar casos de éxito de emprendedores similares a ti y lee acerca de ellos. Hacerlo te inspirará.