Todos cometemos errores, pero no todos los enfrentamos de la misma manera. Enojo, frustración y miedo son los sentimientos que más comúnmente nos invaden cuando nos equivocamos, pero hay quienes en lugar de lamentarse deciden aprovechar la experiencia para aprender y salir adelante.
Un estudio reciente que publicó la revista Psychological Science, encontró que las personas que piensan que pueden aprender de sus errores tienen una reacción cerebral que les permite recuperarse con éxito después de cometerlos. Por el contrario, la gente que asume los errores en sentido negativo, se frustra, se bloquea y, en un segundo intento, lo más probable es que vuelva a fallar.
Sin embargo, aprovechar el potencial de tus deslices no es tan simple. Aquí te presentamos seis pensamientos que te ayudarán a reflexionar y convertirlos en una ventaja competitiva:
Equivocarme es lo mejor que me pudo ocurrir. Ten en cuenta que las personas exitosas siempre buscan la perfección, pero se permiten cometer errores e intentar una y otra vez las cosas antes de tener éxito. Hay miles de ejemplos de faltas que han llevado a grandes descubrimientos, por ejemplo, Alexander Fleming, quien descubrió la penicilina cuando accidentalmente dejó abierto uno de sus frascos de laboratorio.
Si nadie más se entera, no hay error. No es necesario que te la pases ventilando tus equivocaciones, pero analiza si debes de comentarlas con tu jefe o alguna otra persona para buscar una solución.
Los errores ocurren en el peor momento. Una de las leyes de Murphy dice que las cosas salen mal en el peor momento. Esta frase es muy cierta, pero no es coincidencia. La presión, el cansancio o el estrés nos hacen más propensos a cometer errores y nos quitan tiempo para reconocerlos y arreglarlos. La mejor forma es evitar riesgos en los momentos de mayor tensión.
Errores llaman errores. Muchas veces cuando cometemos un error importante, tratamos de corregirlo tan rápido que no pensamos en las consecuencias y esto nos lleva a faltas mucho más grandes. Si estas en una situación delicada y cometes un error, mantén la calma, reflexiona y tómate el tiempo necesario para encontrar la mejor solución.
Más vale prevenir que darle “clic”. En la era del Internet y las redes sociales, los errores se pueden propagar a una velocidad increíble y mucha gente lo notará. Por eso, asegúrate de revisar y volver a leer cualquier cosa antes de que la envíes. Una vez que oprimes el botón de “enviar”, no hay nada que puedas hacer para evitarlo.
En cada una de las decisiones que tomamos en nuestra vida diaria, desde la más simple a la más importante, corremos el riesgo de equivocarnos, pero no aceptar los errores, achacárselos a otros, empeñarse en alcanzar la perfección, o ignorarlos, son actitudes que pueden convertirse en verdaderos obstáculos para tu crecimiento personal y profesional.