Fatme es una chica emprendedora muy tenaz que un día se decidió a hacer realidad su idea de negocio esperando ganar más. Luego de varios meses de arduo trabajo, su proyecto emprendedor crece día a día mientras ella continúa con su empleo de tiempo completo en una universidad.
Aunque Fatme quiere progresar económicamente, Cool Morning, su propio negocio, es mucho más que una fuente de ingresos adicionales… es como una fábrica de sonrisas y emociones. Cada vez que Cool Morning hace una entrega, la felicidad se da por partida múltiple:
Una persona afortunada recibe una muestra de cariño con un delicioso desayuno personalizado, y vive un momento de sorpresa y felicidad que saborea todo el día.
El remitente, el cliente de Fatme, siente satisfacción y alegría por haber hecho feliz a esa persona especial.
Fatme se emociona con cada venta, pero también con las múltiples muestras de felicidad que quedan plasmadas en las redes sociales luego de que la persona afortunada comparte las evidencias de su emoción y sus amistades la felicitan y mandan alegres comentarios.
Poco a poco, el negocio de Fatme va creciendo, y ella piensa ya en cómo escalarlo. Pronto requerirá más empleados que compren, diseñen, preparen, entreguen y administren. Sus proveedores irán creciendo también, y este pequeño negocio habrá detonado la magia de la actividad económica al provocar que un grupo numeroso de personas a su alrededor tengan mayor poder adquisitivo, gasten y ahorren más.
Alejandro es un emprendedor que desde los 18 años buscaba formas efectivas para empezar a ganar su propio dinero. Recuerdo cuando me visitó por primera vez pidiéndome consejos para su idea de fabricar muebles con diseño y alto margen para venderlos en la exclusiva tienda de su mamá.
Me pareció un poco tímido, algo desconfiado y confundido. Han pasado ya cuatro años desde aquel día, y puedo decir que el Alejandro que veo hoy es muy diferente al que me pidió consejo la primera vez.
Creo que ha crecido enormemente en muchos aspectos, al igual que QUIUBOLEE, su negocio de e-commerce de artículos personalizados que hoy en día vende miles de productos a través de Internet.
Dirigir a los 20 años de edad una empresa que él mismo creó, con un equipo de 15 empleados, en un sector de gran competencia y atendiendo a un mercado altamente cambiante le ha planteado muchos retos, mismos que lo han hecho aprender rápidamente, desarrollar competencias valiosas y vivir grandes experiencias y satisfacciones.
No me cabe la menor duda de que emprender ha sido para Alejandro una gran formación. Cada vez que escucho hablar a este estudiante-empresario de 22 años en pláticas para motivar a otros jóvenes a emprender, es inevitable reflexionar en el poder del emprendimiento y considerarlo un gran entrenamiento para la vida:
“Pudiera bajar mis costos de operación y contratar gente con sueldos mucho más bajos, pero quiero formar una empresa de gente como yo, con gustos y sueños parecidos, con muchas ideas y ganas de hacer la diferencia…”
“Siempre tratamos de exceder las expectativas de nuestros clientes, y no nos importa ganar menos con tal de dejarlos satisfechos y reparar cualquier error”
“Antes gastábamos mucho en publicidad, pero invertir en dejar satisfechos y contentos a nuestros clientes superando sus expectativas a través de un excelente servicio es la mejor publicidad que podemos hacer”
“Tengo un compromiso con mi equipo, pues de mi negocio depende el bienestar de sus familias”.
Éstas y otras anécdotas más que Alejandro ha compartido me dejan ver su crecimiento personal y profesional, pero sobre todo, cómo se está auto-realizando a su corta edad.
Fatme y Alejandro son tan solo dos ejemplos, pero luego de ocho años tratando de generar y apoyar emprendedores, he aprendido que aunque puede haber muchas razones diferentes para emprender, todas son de gran valor para el protagonista, quienes lo rodean y el resto de su entorno. Te comparto mi lista personal de las siete razones más valiosas para emprender. Marca aquellas con las que más te identificas:
Dinero: si necesitas ganar más, quieres tener o hacer cosas con las que sueñas, formar tu patrimonio, emprende.
Libertad: si no quieres tener jefe, definir tu propio horario, tomar tus propias decisiones, o libertad para decidir tu destino, emprende.
Reconocimiento: ser empresario es muy meritorio; si quieres sentirte orgulloso de ti mismo y el reconocimiento de los demás, emprende.
Estilo de vida: si te gusta sentir la adrenalina, superar retos, una forma particular de trabajar y tener sentido de pertenencia, emprende.
Crecer: si quieres aprender y poner en práctica todo lo que sabes, conocerte a ti mismo, desarrollar y explotar tu potencial, identificar oportunidades y crear valor, o prepararte para enfrentar lo que te dé la vida, emprende.
Trascender: si quieres hacer algo valioso, generar empleo, resolver un problema, crear oportunidades para la gente, cambiar tu entorno y el mundo… emprende.
Realizarte: ¿quieres ser feliz día a día, lograr tus sueños y dejar huella? ¡Emprende!
Guy Kawasaki, uno de los emprendedores más influyentes del Silicon Valley, nos dice en su libro The Art of the Start que nos concentremos en una sola razón, la seis, y nos hagamos esta pregunta: Do I want to make meaning? Para Kawasaki, meaning no tiene que ver con dinero, prestigio, ni con crear un lugar interesante y divertido para trabajar, sino con el deseo de hacer algo relevante. Michael E. Gerber, uno de los gurúes más importantes de las pymes en el mundo, nos comparte en su libro The E Myth, su fórmula ganadora para emprender en siete pasos. El primero tiene que ver con la razón número siete, pues consiste en decidir cómo quieres realizarte.
Emprender haciendo algo valioso no te garantiza que vas a tener éxito, pero si fracasas, al menos lo harás haciendo algo que vale la pena. Y sentir que vas hacia tu realización te dará la motivación y la fuerza necesarias para superar los obstáculos y sacar adelante tu proyecto emprendedor.
Recuerda que no siempre podemos empezar con nuestro proyecto ideal, pero cada emprendimiento debe de acercarnos más a lo que soñamos.
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