Muchas veces conversando con emprendedores oníricos (aquellos que siempre tiene un sueño de emprendimiento entre manos, pero que terminan por no hacer ninguno), me comentan normalmente de su genial idea (en algunos casos, sí tienen excelentes ideas realmente), y de la posibilidad de hacer como dice Buzz LightYear, es decir que una vez que comienzan llegarán con su emprendimiento: “Al infinito y más allá”, viendo todo a través de un cristal de optimismo.
Pero, la realidad es que empezar y gestionar un emprendimiento es angustiante, ya que como la montaña rusa de la imagen, es un proceso de altas y bajas, de inundaciones y de sequías, que pondrá a prueba la creatividad y el ingenio para resolver problemas, sin que sea común contar con un patrimonio alto para poder recurrir a él.
Los puntos del ciclo o las etapas por las cuales pasa un emprendimiento, incluyen dos momentos cumbres en cuanto a los problemas que representan: germinar y llegar al punto de equilibrio.
El problema es que iniciar el primero (germinación) no significa lograr producir frutas comestibles, mientras que el inconveniente con el segundo paso, es que el punto de equilibrio no es permanente y se mueve constantemente, así que mantenerse por encima de este debe ser parte de los objetivos básicos de un emprendedor.
Ahora, para que pueda servir de referencia a quien desee iniciar una actividad comercial o empresarial por su propia cuenta, les presento los ciclos de vida o etapas de un emprendimiento y los procesos que llevan incluido:
Es la etapa inicial, la que podemos llamar de visualización, y parte de tener una idea de negocio, que puede terminar en un plan o modelo de negocios a su vez, sin embargo, esta se constituye por todos los pasos previos a la apertura o puesta en funcionamiento de una idea de negocio.
En ello se incluye: la formalización de la figura jurídica (crear la empresa, desde el punto de vista legal), regularizarla (pedir todos los permisos de operación necesarios: municipales, sanitarios, impositivos, etc.), invertir en imagen (diseños, material POP, publicidad, etc.), crear facturas legales, adquirir materiales mínimos para iniciar (cavas, muebles, caja, etc.), entre otros aspectos, que pueden quedar en la nada, si no es abierto o puesto al público, el producto o servicio.
Muchas veces, esta etapa puede ser bastante larga (mientras más lo sea, menos probable será la ejecución del emprendimiento), pero es importante entender, que esto NO te hace un emprendedor, sino una persona que está creando las condiciones para hacerlo.
Esta etapa no es igual para todos, es más, los emprendedores de servicios o productos ya acabados, no tienen que pasar por esta, ya que pueden saltar del pre emprendimiento a la venta 1, apenas abran las puertas de su oficina o local, ejemplo de estos: panadería, estéticas, tiendas, etc.
La germinación consiste en tener un proyecto de producto, pero que requiere de inversiones superiores o de mayor tiempo para lograr tenerlo listo y funcional, para ofrecerlo al público general. Los casos típicos son las empresas de software o de productos innovadores.
En esta etapa, la mayor angustia de un emprendedor es conseguir un espacio donde sin invertir mucho pueda desarrollar su producto, esto es incubadoras o socios industriales, que le permitan tener una estructura de pruebas y conseguir socios con experiencia en el sector. Demás está decir que el dinero (o la falta de él) será otro problema importante en esta etapa.
Ambas: el pre-emprendimiento y la germinación, sólo pueden mantenerse con el capital inicial puesto por el emprendedor, o por los socios interesados, ya que no se producen ningún tipo de ingresos por ventas.
Una vez producida la primera venta o factura (venta con cobro posterior), ya se logra generar los tan necesarios ingresos, lo que viene a aumentar el capital inicial o por lo menos, a ralentizar su disminución, ya que aún estas ventas son insuficientes para lograr mantener operativo al emprendimiento.
Este es lo que podemos denominar como el “camino en el desierto emprendedor”, ya que la empresa vivirá con sed (necesidad de liquido), y cada venta lucirá como un espejismo, aunque será insuficiente para lograr dar con la cantidad necesaria de líquido, sin incluir los casos en los cuales, el cliente se atrasa más de lo pautado en el pago.
Normalmente, el capital inicial, si no se ha agotado por completo con las etapas previas (pre emprendimiento y/o germinación), estará muy resentido para lograr mantener las operaciones sin ayudas externas (crédito bancario, aumento de las ventas, reducción de los gastos, atrasos en los pagos, etc.), por lo cual, el emprendedor en esta punto llega a decisiones extremas para mantenerse operativo como: hipoteca de su propia casa, venta de activos propios (carro, muebles, etc.), en fin, cualquier cosa que le permita obtener un poco más de capital para lograr llegar: “al infinito y más allá”.
Este es el momento más angustiante, y ojalá pudiera decir que una vez pasado esto, todo se pone color de rosa, pero no es cierto, son más los emprendedores que no pueden salir de este desierto, al quedarse sin capital líquido, y se ven obligados a capitular a pesar de que todo indicar que si continúa un poco más, pudiera ser rentable, sin embargo, para quienes lo logran, al hacerlo salen con conocimientos suficientes para poder sobrellevar otra situación parecida (que pudiera presentarse durante la vida de su emprendimiento, más de una vez).
Para lograr, es menester llegar al punto de equilibrio lo más rápido posible o mejor aún, antes que se agote el capital.
El Punto de Equilibrio, se dice que es la situación financiera en la cual se logra tener iguales ingresos que egresos, es decir, que el emprendimiento es capaz de sostenerse sin necesidad de agregarle capital externo.
La primera vez que se logra, debería ser una celebración para el emprendedor, ya que ha logrado pasar por primera vez a la cuarta etapa de su emprendimiento: el ser autosustentable, el problema es que ni los gastos son estáticos (estos frecuentemente aumentan) ni los ingresos son fijos (normalmente fluctúan tanto por causas iniciadas en la empresa como por factores externos a esta).
Sin embargo, una vez en esta etapa, es momento oportuno para determinar si es posible ampliarse, o si es menester cambiar el enfoque inicial del emprendimiento, por ello, esta etapa es muy corta.
Una vez alcanzado el punto de equilibrio, vienen decisiones que permitirán expandir el proyecto, y por ende, recurrir a créditos o ampliación de capital, para invertir y por ende, ampliar el tamaño de nuestras operaciones iniciales. En este caso estaremos en presencia de la metamorfosis: de emprendedor a empresario, y esto significa lograr la adultez financiera y del proyecto, lo que significa, ampliación de personal y la presencia de mayor cantidad de directivos medios.
O bien, la necesidad de adaptar el proyecto inicial a las necesidades reales que el mercado ha apuntado, lo que significa reestructurar el emprendimiento, por ejemplo, pasar de un restaurante a una feria de comida rápida, o de comida rápida a comida sana, o de comida sana a vegetariana, y así como ejemplo de adaptaciones a los nichos descubiertos, hasta lograr no sólo mantenerse más tiempo en el punto de equilibrio, sino obtener beneficios anuales, y lograr entonces, colocarse en la primera situación: pensar en una expansión.
Por supuesto, también es posible que la duración del tiempo en el punto de equilibrio, se ha ampliado y no se ha logrado obtener beneficios, o por el contrario, se ha vuelto a pérdidas operativas, en este caso, es menester entender que a veces, es correcto cerrar un capítulo y comenzar otro nuevo, lo que significa el cierre definitivo de operaciones del emprendimiento, algo que si bien es traumático no sólo emocional, sino financieramente, es parte inherente del proceso de emprender.
Sí, también hay que bajarse de la montaña rusa, si se va la energía eléctrica, por eso, siempre ten un plan de salida, en caso que dicha situación se presente.