Ser mujeres emprendedoras no es fácil, mucho menos en países latinoamericanos donde no existe la equidad de género en su totalidad.
Sin embargo, algunos de los motivos que hacen de este un tema más complejo es el miedo de algunas mujeres que piensan que tienen poca experiencia para vender sus ideas y que además no van a recibir apoyo.
Esto sucede con millones de mujeres que dejan de lado sus proyectos y emprendimientos, enterrándolos gracias al contexto en el que vivimos y que además es alimentado por los miedos de ellas mismas. Pero, ¿qué pasa con las nuevas generaciones de mujeres millennias? Les diré: ¡ellas se quieren comer el mundo! Sí, esas que no superan los 36 años, que quieren marcar diferencia creando empresa, generando empleo y apoyando el valor productivo dentro de su país y fuera de este.
¡Esas mujeres son a las que debemos apoyar! Esas que sienten un deseo ardiente por exponer, vender y ejecutar sus ideas. Esas que todos los días se levantan pensando en cómo llegar a la meta y que toman acciones para lograrlo (no se quedan soñando). Porque esta generación de mujeres emprendedoras tiene un gran potencial mental para hacer cosas increíbles, tienen una mentalidad de convertirse en líderes, creciendo ellas mismas y ayudando a crecer a otras mujeres.
Sin embargo no todo es rosa, para muchas de estas mujeres emprender y dar a conocer sus empresas o negocios se ha vuelto complejo, y no precisamente porque no tengan claridad en el negocio o porque sientan temor de ellas mismas, se ha vuelto complejo porque muchos de los posibles clientes o posibles aliados no creen en ellas, negándoles la oportunidad de explotar su deseo ardiente y elevar sus ideas de negocio a la realidad.
Frente a este panorama es realmente importante tomar una actitud aún más audaz, las mujeres deben tomar ese no como un sí, buscando rápidamente otra forma de generar nuevas propuestas, enfatizando en crear una necesidad al posible aliado o cliente. En muchos casos, el marketing directo puede ser la llave, en otros casos no.
Por lo anterior, ser mujer millennial y además emprendedora, significa tomar riesgos, ser disciplinada, ser persistente, pero sobre todo tener poder de resiliencia, o en otras palabras, tener el poder de superar los no y transformarlos en oportunidades que le permitan a las mujeres salir de su zona de confort, creando estrategias indirectas para vender sus idea de negocio, creando nuevos motivos y nuevos métodos para lograr su fin.
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