Vivimos en una cultura que rechaza el fracaso. Cada uno de nosotros fuimos educados con la mentalidad de que éste es malo y que ser un fracasado no solamente es humillante sino que nos lleva al escalón más bajo de la escalera al éxito.
En la escuela crecimos con el estigma de no reprobar porque de lo contrario repetiríamos el año escolar, algo que nos pondría en ridículo frente a nuestros amigos y que avergonzaría a nuestros padres.
En la universidad, si a mitad de la carrera cursada nos dábamos cuenta de que no era lo que verdaderamente nos gustaba, no había opción mas que terminarla y ver después si podíamos estudiar algo más o resignarnos.
Y una vez ya trabajando, si nuestro empleo o nuestro jefe no nos gusta, no hay más opción que aguantar ya que fuimos educados bajo el dogma de “failing is not an option” (fallar no es opción), y nada puede estar más alejado del camino del éxito que esta forma de ver el fracaso.
Miedo a quedarnos sin ingresos seguros, a no poder vender, a no encontrar clientes, a no saber qué hacer en los momentos difíciles, a no tener idea de por dónde empezar. Miedo a no conocer a fondo el mercado o la legislación aplicable en la industria. Miedo a no saber cómo fundar y constituir una empresa.
No estoy diciendo que sea fácil, y según la circunstancia de cada quien, el salto para convertirse en emprendedor será diferente y presentará distintos grados de dificultad. Sin embargo para poder dar este salto debemos de cambiar nuestra mentalidad y dejar de ver el fracaso como el fin del camino.
Los más grandes emprendedores ven el fracaso como un escalón para llegar al éxito y están dispuestos a fracasar porque saben que es inevitable.
Todos conocemos la historia de Steve Jobs y el éxito que tuvo con Apple, pero hay que recordar que Jobs ni si quiera pudo terminar la universidad y renunció a ella a solo seis meses de haberse inscrito. Posteriormente en 1976 fundó Apple, pero se volvió a equivocar con varias decisiones estratégicas entre ellas su insistencia en la Apple III y en 1985 fue corrido de la propia empresa que él fundó.
Tiempo después durante una entrevista Jobs dijo:
“No lo veía en ese momento, pero resultó que el que me hubieran despedido de Apple fue lo mejor que me pudo haber pasado. El peso de ser exitoso fue remplazado por la ligereza de volver a empezar como un principiante, menos seguro de cualquier cosa, me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida”.
Pero Jobs no es el único, Walt Disney, mucho antes de su exitoso parque de diversiones, fue despedido por el editor de un periódico por no tener buenas ideas y falta de imaginación.
Steven Spielberg fue rechazado de tres escuelas de filmación antes de abrirse paso por la pantalla grande.
Fred Smith fundador de FedEx fue criticado por sus profesores de universidad debido a que su idea de negocios era interesante pero poco factible.
Thomas Edison falló 10 mil veces antes de inventar el foco y cuando se le preguntó acerca de sus errores dijo, “definitivamente ahora conozco más de 9 mil formas de como un foco no funcionará”.
El Coronel Sanders tuvo que fundar KFC (Kentucky Fried Chicken) a los 56 años de edad después de que su “receta secreta” fuera rechazada por más de 1,000 restaurantes.
Oprah Winfrey, antes de que fuera una de las empresarias más ricas de Estados Unidos, fue despedida del noticiero que conducía en Baltimore, hoy su valor neto se estima en 3.1 miles de millones de dólares.
Mark Zuckerberg nunca terminó la universidad, pero terminó dedicándole 100% de su tiempo a lo que hoy es Facebook.
Bill Gates considerado por muchos años como el hombre más rico del mundo, fracasó junto con el que fuera su futuro socio en Microsoft, Paul Allen, al lanzar una empresa dedicada al rastreo del tráfico vehicular y cuyos resultados fueron tan catastróficos que Gates terminó en la cárcel por violar las regulaciones de tránsito.
Mientras que Richard Branson, el magnate de Virgin, tampoco pudo terminar la universidad y tuvo que dedicarse al emprendimiento. Pareciera que en retrospectiva le fue mejor, sin embargo Branson ha fundado poco más de 100 empresas y solo un puñado son las que realmente han sido exitosas, el resto, un fracaso.
Como puedes ver no hay éxito sin fracaso. Constantemente vemos en revistas, libros y blogs a empresarios y líderes exitosos rodeados de glamour y éxito, pero lo que no vemos es el camino que los llevó a llegar ahí. Un camino rodeado de experiencias que incluyen tropiezos y descalabros de los cuales aprendieron a levantarse y seguir adelante.
Michael Jordan el astro de la NBA escribió un libro en 1995 titulado Mi filosofía del triunfo, en él escribe
“He perdido 300 partidos, he fallado más de 9,000 lanzamientos, 26 veces confiaron en mi para realizar el lanzamiento final para ganar el partido y fallé”.
Hoy Jordan es recordado como el mejor jugador de basketball de todos los tiempos, es recordado por sus éxitos y no por sus fracasos. Los fracasos son necesarios para llegar a la cumbre.
Si quieres ser un emprendedor exitoso no solo debes estar dispuesto a fracasar, debes querer hacerlo lo más pronto posible porque de ahí se desprende el aprendizaje y el crecimiento que te llevarán a la cima.
En su libro Tribus, Seth Godin dice “El secreto nunca contado del éxito es el deseo de fallar en el camino para alcanzar una meta mayor”.
Las personas exitosas no son las que tienen éxito a pesar de sus fracasos, éstas son las que tienen éxito gracias a sus fracasos.
Ama el fracaso, aférrate a él cada vez que llegue a ti, hazlo tu amigo y compañero, crece y aprende de él para después dejarlo ir, pero si vuelve, ábrele nuevamente los brazos.
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