En más de una ocasión conversando con personas relacionadas al emprendimiento, me he sorprendido porque estemos hablando de dos o incluso más conceptos totalmente diferentes escondidos en una sola palabra que parece estar de moda y que nos une en cuanto a propósitos, pero no a soluciones o políticas comunes, o incluso peor, con respecto a los sujetos que debemos denominar como emprendedores.
El término emprendedor actualmente se utiliza como un epíteto de moda para referirse a cualquier persona que trate de salir adelante o de brindar apoyo a otros (en este caso se le denomina emprendedor social), sin embargo, un término que aplica a quien inicia una panadería, a un abogado recién graduado que inaugure un despacho, un diseñador que trabaje desde su casa, un empresario que decide invertir en un nuevo proyecto, un humanista que funde una ONG para llevar agua a barrios pobres, un innovador con un nuevo producto para el mercado, un estudiante de preparatoria con una idea de negocios y un buhonero, debe tener elementos que los unan.
Por ello, para lograr unificar criterios, hago esta propuesta de cuatro (4) elementos mínimos comunes que se deben cumplir para poder identificar a una persona dentro de la categoría de emprendedor, y la complemento con dos (2) elementos adicionales que debe tener para poder obtener al emprendedor que la sociedad necesita o requiere.
Un emprendedor no es quien tiene una idea de negocio, o un deseo de hacerlo, sino quien invierte tiempo y dinero en el desarrollo de una actividad con fines económicos o sociales. Por ello, la realización de un modelo de negocio, un plan, la presentación del mismo, la búsqueda de socios, pueden entenderse como etapas previas necesarias, como la creación de un plano pero no es la construcción. Un emprendedor hace su negocio, lo lleva de la idea a la realidad.
El emprendimiento no se mide por la edad del emprendedor, sino por la del propio emprendimiento. Me explico, si usted tiene un proyecto funcionando y progresando, digamos unos cinco años continuos, más que de emprendedor hablaríamos de empresario, ya que su emprendimiento se ha convertido en un proyecto consolidado. Un emprendedor es el término aplicado a la persona que se encuentra en una etapa inicial de una actividad comercial o social, donde la posibilidad que la misma no logre sobrevivir sus primeros cinco años es muy superior a que lo logre.
Un emprendedor siempre asume una posibilidad importante de perder su inversión, ya que asume la posibilidad del fracaso de su proyecto, a diferencia de un empleado, que cambia esta posibilidad por la seguridad de un ingreso mensual o quincenal. Un emprendedor no puede saber si el emprendimiento será exitoso, por lo cual siempre existirá la posibilidad alta de fracasar en el mismo en la etapa inicial, obligando a cerrar su proyecto en un tiempo menor al necesario para recuperar lo inicialmente invertido.
Un emprendedor debe tener capacidad de elegir, no puede entenderse como tal a una persona que no tiene trabajo actualmente y que se pone de buhonero a vender en la calle de manera ilegal, como un emprendedor en potencia, ya que lo que hace es buscar un medio de sobrevivencia. Un emprendedor debe poder decidir serlo, por ello, debe reposar en su voluntad iniciar un emprendimiento, escoger este opción sobre la del obtener un empleo o trabajar para otro. No es emprendedor quien lo tiene como medio de sobrevivencia hasta conseguir un empleo.
Adicional a los cuatros elementos comunes anteriores, le hemos agregado dos (2), para obtener los emprendedores que como sociedad necesitamos y por ello, debe estimular y apoyar:
No importa si lo novedoso reposa en el producto, en la forma de venderlo, en el cliente o incluso, en la zona donde se ha decidido ejecutar el emprendimiento. Un emprendedor debe aportar un valor a la sociedad, basado en cubrir necesidades que antes no se estuvieran cubriendo o que lo eran de forma insuficiente. La innovación es lo que permite crear una panadería para celíacos, un gimnasio para la tercera edad (de 55 en adelante), o una tintorería ecológica. El emprendedor ideal es el que crea con algo diferente, aunque emplee los elementos comunes que otros usan. Repetir una fórmula ya probada, en la misma región o ciudad, si bien puede mejorar la oferta para nosotros como consumidores, no aporta valor real a la sociedad, por lo cual las políticas para estimular al emprendimiento deberían estar orientadas a estimular el primer tipo de emprendedor (el innovador) sobre el segundo.
Un emprendimiento normalmente crea en una primera etapa un sistema basado en empleados “cero”, en el cual los socios o el emprendedor sólo puede pagarse con sueños y esperanza, por ello es entendible que en una etapa inicial (o de creación del proyecto) sea complicado obtener empleados sin que se tenga o el capital o el ingreso para ello, por lo cual, un elemento intrínseco de un emprendimiento es que el mismo esté planificado para que pueda producir más empleos que el del mismo emprendedor o sus socios (aunque en una primera etapa no puedan aún hacerlo), esto para lograr separar el concepto de emprendedor de dos categorías con la cual se confunden muy a menudo: freelance (o autónomo) y autoempleo. Un emprendimiento que no contemple la creación de fuentes de trabajo directas, difícilmente pueda llamarse de esa forma, por lo cual, un emprendedor debe entenderse como alguien que aporte fuentes de empleo a la sociedad, más allá de sólo el suyo.
Por ello, para definir qué es un emprendedor, debemos tomar en cuenta las características enumeradas, así podemos entender que un emprendedor es: “aquel sujeto que por su propia decisión asume un riesgo para crear un proceso con el cual se procure lograr la satisfacción de alguna necesidad en la sociedad, y que preferiblemente lo logre por medio de la innovación y la creación de fuentes de trabajo“.